Había una vez, en lo profundo de un bosque, una pequeña cueva en la que vivía una madre osa con sus oseznos. Esta familia estuvo recolectando muchas bayas y comiéndose muchos peces y truchas para almacenarlos porque llegaba el invierno y ellos tenían que hibernar, así que metieron todos sus peces, bayas y frutos en sus casas escondidas debajo de unas hojas de roble para que cuando estuvieran dormidos nadie les quitara sus provisiones de hibernación. Taparon la puerta de la cueva con una roca y la mama osa acostó a los oseznos y les contó un cuento sobre una familia de osos para dormir y cuando los ositos se durmieron, la osa echó un vistazo fuera de la madriguera y se durmió.
Pasaron las primeras semanas de invierno y el fuerte viento agitaba las hojas de los árboles haciendo un tremendo ruido. Todos los animales metidos en sus madrigueras se escondían del temporal sin poder dormir. Y mientras tanto, en lo profundo del valle, ahí está la familia de osos durmiendo sin temores ni dificultades.
Terminó el invierno y la familia de osos se despertó e inmediatamente se pusieron a comer.
Cuando terminaron de comer destaparon la cueva y entonces vinieron todos los animales a preguntarles que cómo podían haber dormido y entonces a partir de ese día otros animales hibernaron también durante la estación de invierno.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
El dibujo lo he hecho yo.