El pasado sábado 29 de septiembre, mi padre, mis hermanos y yo fuimos a ver la entrada del nuevo obispo en nuestro colegio, Santo Domingo.
Cuando estábamos esperando al lado del portón, vimos a un montón de sacerdotes antiguos y actuales de toda Orihuela, y todos llevaban un traje rojo.
Cuándo todos se preparaban para la llegada del obispo, que por cierto se llama Jesús, vimos a unos monaguillos, eran David y Antonio Pérez de mi clase, un amigo mío Óscar y otro amigo de Fernando, Paco. Nos pusimos a hablar con ellos y de repente oímos por el micrófono.
- Hay que tocar, hay que tocar.
Porque todos sabemos que primero tocan la puerta y entonces aparece el obispo y entonces nos pusimos a reír. Después…
- Pom, pom, pom – Se oyó por el micrófono.
- ¿Quién va?
- Nuestro señor obispo de Orihuela.
Todos empezamos a aplaudir y por el portón apareció el obispo Jesús montado en una burrita que creo que se llamaba Pepita.
El obispo junto con el alcalde y los sacerdotes empezó a saludar a todo el mundo, pero casi no se le veía con el mogollón de concejales y párrocos.
Nuestro obispo, como todos los demás, es un discípulo de Jesús y se encarga de dirigir la diócesis de Orihuela. Si él dice que se cierre nuestro colegio, el colegio se cierra. Para mi un obispo también es una persona que enseña el cristianismo a otras personas, ayuda a las Iglesias y catedrales en lo que necesiten y también las coordina. Jesús es un hombre que aceptó la salvación de Cristo y se ha unido a sus discípulos y religión y desde entonces ayuda a la gente en sus necesidades, a los enfermos y ancianos. Ha estado siguiendo a Cristo tantos años que ha llegado a ser obispo de nuestra querida Orihuela.
¡¡¡Gracias por todo Jesús!!!