Hemos ido al Castillo Gibralfaro. Allí hay muchas cosas: pozos, murallas, almenas…Lo que más me ha gustado y entusiasmado es lo que me ha explicado mi padre: la entrada al castillo es el final de la coracha y en vez en entrar de frente las puertas están en los lados. Entonces, para romper las puertas con el tronco había que girarlo. En el techo de la sala siguiente a la puerta había un agujero con una reja que conectaba con el mirador de arriba. Allí les esperarían unos hombres con flechas, cubos de aceite, fuego…para lanzarles. Luego otra puerta y ya el castillo, imposible.¡Qué inteligentes eran!
Las vistas del castillo son muy bonitas y espectaculares.
Si te fijas bien podrás ver ardillas… ¡O incluso camaleones! Pero es muy difícil.
Te doy un consejo: no vayas con tacones.
La fotografía es mía.