Cosas de niños

El renacer

Posted by on ago 28, 2016 in Nuestros cuentos | 0 comments

Hacía mucho tiempo, antes de la conquista de Hispania por los musulmanes, estas zonas estaban llenas de vida y movimiento. Los gorriones cantaban, las liebres saltaban, los perros corrían de aquí para allá…

Durante esos años hubo gran prosperidad y riquezas. Pero el egoísmo humano es capaz de corromper cualquier modo de vida alegre. No tardaron mucho los islámicos en sentir atracción por nuestras tierras, especialmente por la que se narra en esta trágica historia.

Todo el territorio que abarcaba la desembocadura del río Guadalquivir era como un sueño, como un cuento que te cuentan tus padres antes de ir a dormir. Las praderas eran de color verde esperanza, los ríos de un azul cristalino y el mar, tan alegre como siempre, que desde el cielo parecía un arcoíris por los inmensos arrecifes de coral de su interior.

Toda esta belleza nos las robaron los ejércitos musulmanes al conquistarnos. Cuando desapareció la vida, cuando nos arrancaron la alegría y esperanza. Porque la guerra, por muy bonito que sea el paisaje, no tiene piedad con él.

Este fue el terrible final de Hispania, hasta que un valiente le puso fin. Pero esto no pasará hasta varios siglos más tarde.

Después del asedio nombraron a España Al-Ándalus y sus territorios se convirtieron en campos de batalla y muerte.

Ya hacía mucho tiempo que no habitaban los animales aquí, y por eso la tristeza no paró de surgir en los corazones de los cristianos. Los árboles que antes vestían sus verdes hojas, ahora van desnudos; el mar que antes rebosaba de peces y gaviotas, ahora está en calma, como si la muerte se lo hubiera llevado; el cielo que antes brillaba de azul con toda clase de aves en su interior, ahora es gris y solo se observan balas atravesándolo como lo hace un grito en tus oídos.

Muchos siglos de angustia desolaron Al-Ándalus. Hasta que por fin, un rey con su ejército de valientes fue reconquistándola hasta devolver finalmente la península a los cristianos. Pero lo cosa no cambió, porque las batallas seguían arrasando todo a su paso. Porque por desgracia, a la guerra solo la vence la guerra.

Años después, una educada y graciosa niña se paseaba por lo que quedaba de un frondoso bosque comiendo una manzana. Y plantó tres semillas en la tierra, las cuales fue cuidando día tras día hasta que finalmente brotó la planta y volvió la vida. Porque gracias a una pequeña semilla nace un gran árbol, y gracias a una pequeña niña se recobra la alegría y la esperanza.

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